Antes de irme de Colombia tenía un grupo pequeño pero sólido de amigos y amigas. Los había conocido a todos en los contextos en los que me movía: el colegio, la universidad, y el trabajo. La relación con cada persona se había establecido casi que sin esfuerzo porque pasábamos todo el día juntos. De hecho, nunca pensé en el concepto de amistad hasta que llegué a Alemania y me di cuenta de que mantener las amistades que había dejado era algo que me iba a costar tiempo y energía debido a la distancia y a la diferencia horaria.
Durante los primeros meses, todo era nuevo y emocionante, pero poco a poco empezó a golpearme la nostalgia y me sentí sola. En las mañanas, leía y respondía los mensajes que mis amigos y mi familia me habían escrito mientras yo ya dormía; solamente tenía que esperar a que se despertaran y esas primeras horas de la mañana siempre se me hacían muy lentas y solitarias porque ninguna de las personas que quería estaba despierta a la hora en la que yo empezaba mi día. Sentía como si yo estuviera viviendo en un mundo diferente.
Poder llamar a alguien “amigo” como adulto inmigrante en Alemania demuestra que se han sorteado muchos obstáculos y que ha habido una intención clara de las dos partes. Durante mi tiempo en Hamburgo hice un puñado de amigas de las que me costó mucho despedirme cuando me mudé al sur. Este es un aspecto que entendí después de haberme ido de Hamburgo: yo creí haber llegado a mi nuevo hogar y no esperaba irme de ahí tan pronto. Sin embargo, G. y yo estábamos aún en una etapa de descubrimiento profesional en la que estábamos recién entrando al mercado laboral alemán y esto, en muchas ocasiones significa estar dispuesto a mudarse a otra ciudad.
Cuando pienso en el concepto de amistad, debo inmediatamente pensar en las diferencias culturales entre los alemanes y los latinoamericanos. A pesar de que en ambos casos se necesita una intención clara y un esfuerzo de ambas partes, he notado que las amistades con los alemanes se demoran mucho más en tomar forma. Con los latinoamericanos hay una confianza y una especie de familiaridad que acelera el proceso, mientras que con los alemanes es difícil poder entrar a su círculo de amigos, en parte porque muchos de ellos (al igual que nosotros) tienen sus amigos de toda la vida, así que no sienten la misma necesidad que tenemos nosotros de crear una nueva relación. Digo esto de manera simplificada, porque hay muchos más aspectos que entran a jugar un papel en toda esta dinámica. Un par de veces estuve cerca de formar una amistad con alemanes, pero justamente en esos momentos, tuve que mudarme a otra ciudad. ¡Casi lo logro!
Buscando similitudes
Por naturaleza, recurrimos a buscar refugio en grupos de personas que guardan similitudes con nosotros y en un contexto tan agreste como lo puede ser vivir en un país ajeno y lejano, tendemos a darle un mayor valor a similitudes tan sencillas como venir del mismo país o compartir la misma lengua materna. Sin embargo, estas características que en la superficie pueden parecer sencillas, están lejos de serlo, porque se convierten al fin y al cabo en la base sobre la que cimentamos nuestra personalidad, nuestras relaciones personales, y nuestra cultura. La categorización social es el proceso mediante el que nos categorizamos a nosotros mismos y a otras personas en grupos diferenciados (1), es por eso que es natural sentirse parte de grupos de personas que comparten algunas dimensiones con nosotros: inmigrantes, inmigrantes del sur global, latinos, colombianos, bogotanos, mujeres inmigrantes, etc.
Recuerdo que al empezar la universidad en Hamburgo, me sentí fuera de lugar las primeras semanas. Hablé con quienes se sentaban a mi lado pero me daba la impresión de que la conversación no fluía. Poco a poco empecé a conocer compañeros y sentía una gran facilidad para conectar con quienes eran extranjeros. A pesar de que no teníamos muchas cosas en común, ¿no habíamos todos nosotros aprendido un idioma desconocido y abandonado todo lo que conocíamos en busca de un mejor futuro? Es ahí cuando estos elementos adquieren la cualidad de «saliencia» (2) y empiezan a resaltar ante nuestros ojos y a volverse más importantes en este contexto.
Estoy segura de que muchos de nosotros hemos compartido tiempo con personas simplemente porque son de nuestro país y muchas veces, no tenemos más cosas en común. ¿No hemos querido todos los inmigrantes en algún momento encontrarnos con nuestros compatriotas para paliar un poco la nostalgia?
La adultez
Otro aspecto que juega un rol importante a la hora de hacer amigos como inmigrante es simplemente ser adulto. Como lo mencioné al comienzo, hacer amigos es fácil cuando pasamos la mayoría del tiempo con las mismas personas. En la adultez es diferente.
Una gran parte de los inmigrantes que he conocido en Alemania han llegado explorando nuevas oportunidades, lo que implica que están muchas veces dispuestos a mudarse de ciudad cuando encuentran algo mejor. Este fue mi caso, por ejemplo. Asimismo, he conocido personas que han tenido la fortuna de mudarse a Alemania por un trabajo de tiempo completo y por ende, han llegado para quedarse en una ciudad.
Ahora bien, ¿qué pasa con las amistades en el trabajo en Alemania? Quienes han trabajado acá saben que muchos alemanes tienden a separar su vida personal de su vida profesional, lo cual he aprendido a apreciar en cierta forma. Encuentro muy interesante lo poco que algunos revelan sobre su vida personal. Está claro que este no es el caso en todos los lugares de trabajo, pero es mucho más común de lo que sería por ejemplo en Colombia. Recuerdo que hace algunos años me preocupaba la posibilidad de abrumar a algún colega alemán con preguntas que él o ella podría considerar demasiado personales y se lo comenté a una chica con quien hacía tándem en Hamburgo; ella me dijo que simplemente lo hiciera y la persona me diría si estaba cruzando una línea. Hoy día creo que me adapto a la persona con quien estoy hablando y si veo que es alguien dispuesta a establecer una relación que va más allá de lo profesional, yo lo intento.
Hoy, después de casi siete años viviendo en Alemania, he vivido en tres ciudades diferentes y he tenido la fortuna de haber hecho varios amigos y amigas en el camino. A pesar de que ya no vivimos en la misma ciudad, mantenemos el contacto. Tuve la fortuna de vivir un par de años cerca de amigos y amigas en Hamburgo y en Landshut, y espero que en el futuro vuelva a tener ese privilegio. Por ahora, mantengo el contacto con mis amigos en Colombia y con quienes viven en distintas ciudades en Alemania.
Fuentes
1. International Encyclopedia of the Social & Behavioral Sciences. (s. f.). ScienceDirect. Recuperado 27 de marzo de 2024, de http://www.sciencedirect.com:5070/referencework/9780080430768/international-encyclopedia-of-the-social-and-behavioral-sciences
2. Salience. (s. f.). The Decision Lab. Recuperado 24 de marzo de 2024, de https://thedecisionlab.com/reference-guide/psychology/salience
Gracias Estefanía por presentar otro aspecto importante de su experiencia en Alemania.
Me queda la pregunta de hasta qué año de vivir en un país extranjero se deja de ser migrante.
Nunca. Yo tengo casi 10 años que migre, y nunca he dejado de sentirme migrante.